La cadena era muy corta, justo para limitar los pasos, estaba esposado a un cinturón que le impedía mover los brazos para equilibrar el cuerpo, lo que le daba una imagen de mandarín andante.

Dos guardias le precedían y otros dos le seguían, entre estos dos últimos un cura o predicador iba soltando sus letanías, pero como lo hacia en inglés él no lo entendía.

Por fin se acaba el largo pasillo, en una puerta de hierro, como esta abierta, se puede ver la silla donde lo electrocutarán.

- Usted no puede subir al avión con esta herramienta, contiene cuchillos... Le dijo el policía en inglés.

- Pero bueno, que quiere que haga con eso...

- ¡¡ A cuba o desmonto el avión !! Dijo riéndose..

Pero el policía no movió ni una pestaña, solo le indicó una puerta y le dijo :

- Vaya allí.

Cogió sus cosas aún riéndose y se presento delante de la puerta.

Esta se abre y deja lugar a un portentoso policía que le supera en unos centímetros tanto en altura como anchura, no tiene cuello, solo hombros y cabeza. En un movimiento de mano le muestra un banco. Allí se sienta.

Oiga que mi avión sale en pocos minutos.

Solo el silencio le responde.

Al cabo de una hora, vuelve el armario, con otro movimiento de mano le muestra una cabina de cortinas.

¡ Desnudo !

¿ Pero que quiere decir, como es posible, me voy a quejar a mi embajada ?

El armario de laca china, lo coge de la chaqueta, lo levanta y lo tira en la cabina.

¡¡ Que te desnudes !!

Se quita la ropa.

¡ Los canzoncillos junto con los calcetines ! Le ordena el armario.

Con la mano izquierda en el cuello lo empuja hacia delante, mientras que la mano derecha en el estomago le obliga a plegarse.

¡¡ No te muevas !!

Siente como algo duro le penetra por el ano, haciéndole chillar de dolor, cegado por la ira, empuña la silla donde estaba la ropa, se da la vuelta y la rompe en la cabeza del armario.

Este se desploma al suelo y se queda quieto.

Otros policías que estaban en la misma habitación, riéndose, se abalanzan sobre él y le dan una paliza de espanto.

Juan, al pobre armario le han tenido que dar cinco puntos en la cabeza.

Cónsul, a mi, sin contar los del ano, me han dado más de veinte.

Juan, piensa que dos meses pasan volando, luego te meterán en un avión y... ¡¡ pa' España !!

No te preocupes, esto esta resuelto.

Sera para usted que se puede sentar, yo aún no.

Juan, estos aduaneros americanos tienen muy malas pulgas, por cierto la silla vale veinte dolares, la embajada los ha pagado, Hacienda te los reclamara en España.

Portate bien, así saldrás en seis semanas, Adiós, Juan.

Se levanto, le dio la mano y se fue.

En ese momento sintió como la punta de una porra le presionaba en los riñones. No cabía duda se tenia que levantar.

Al darse la vuelta se vio enfrente de otro armario con cabeza, además, este hablaba :

- Soy el hermano de quien le rompistes la cabeza, así que no hagas nada que me pueda enfadar. ¡¡ Entendido !! le grito.

Esto no podía ser verdad, era una pesadilla, ahora mismo se despertaría y vería los rulos de su mujer, se pellizco con fuerza el brazo izquierdo, pero seguió en el mismo sitio, nada cambio, solo el dolor del brazo.

En ese momento el armario le empujo para que empezara a andar, pero como estaba trabado con las cadenas en los tobillos, perdió el equilibrio y su cabeza fue a parar en el canto de una mesa.

El armario empezó a reírse, el con la sangre llegándole a los ojos, no pudo contener la ira y el odio hacia aquel que se estaba mofando. Sin pensarlo salto hacia el, dando con su cabeza en la mandíbula del armario.

Juan, esta agresión...

Pero si no fue una agresión, me empujo y se reía de mi, le corto.

Lengua cortada, cinco dientes rotos, la mandíbula rota y desencajada, te parece poco.

Tengo la cabeza muy dura.

Dos años pasan volando, por cierto, el coste del dentista, seiscientos dolares, los hemos pagado nosotros, Hacienda te lo reclamara cuando esta gente te devuelva.

Portate bien, así saldrás en veinte meses, Adiós, Juan.

Se levanto, le dio la mano y se fue.

Esto le parecía un "deja vú", pero otra vez la punta de una porra le trajo a la realidad.

Se dio la vuelta, no era ningún armario, solo un tío más bajo que él, rubio y ojos azules, un Redford en talla baja.

Avanzo por el pasillo, en una de las puertas le quitaron las cadenas de los tobillos así como el cinturón con esposas.

Como todas las mañanas, después de levantarse hay que ir al comedor, poner el tatuaje del antebrazo en el lector para tener acceso a él y pasar a la cola con la bandeja.

Lo mismo de siempre, dos años comiendo todas las mañanas la misma bazofia que sabe a mantequilla rancia.

Una vez los compartimentos de la bandeja llenos de pasta rancia, se va a una mesa donde sentarse, pero esta vez, por el camino, alguien le pone una zancadilla, Juan tropieza y la bandeja sale disparada hacia arriba, cuando cae lo hace sobre el Redford de miniatura, este saca la porra y se abalanza sobre Juan que esta por el suelo y no se entera de lo que le viene encima.

En un reflejo Juan, que ha hecho gimnasia y pesas durante dos años, consigue arrebatar la porra al Redford y empieza a darle con ella, mientras los demás presos le gritan que no pare.

Entonces es cuando le caen encima el hermano y primo del armario aduanero.

Juan, te faltaban diez días para salir a la calle... ¿ Como es posible ?

No sé, perdí el equilibrio, la bandeja, los golpes, algo se nublo en mi cabeza, deje de sentir, deje de ser yo...

Diez años pasan volando, por cierto, el coste del hospital, cinco mil dolares, los hemos pagado nosotros, Hacienda te lo reclamara, con intereses, cuando esta gente te devuelva.

Portate bien, así saldrás en ..., Adiós, Juan.

Se levanto, le dio la mano y se fue.

Solo espero uno segundos cuando la punta de la porra presiono sus riñones, Juan se levanta, da la vuelta y se encuentra con una mujer, rubia preciosa, tan solo un poquito rolliza pero esto solo le da más encanto, sín pensarlo, se abalanza sobre ella y empieza a romperle la ropa, esta se defiende, pero Juan le da un derechazo que la deja sin consciencia, es cuando el puede hacer lo que quiere sin casi esfuerzo, pero otros guardias han entrado en la habitación y saltan sobre él, su ultimo recuerdo es el de un enorme y blanco seno saliendo de la guerrera de la carcelera.

¿ Pero Juan... Como pudiste confundir a un tío gordo y calvo con una rubia de ojos azules ?

No se, tal vez... y se puso a mirar por una ventana, por la cual se podía ver el cielo azul.

Cónsul, sabe, para ver el cielo tengo que levantar la cabeza, los demás con los ojos es suficiente, ya ni recuerdo el olor de los naranjos de mi tierra, he olvidado el tacto de la hierba fresca, confundo el aire acondicionado con el frescor de la madrugada, el olor de los sobacos de mi compañero me recuerda al sexo de mi mujer, bueno de mi ex-mujer, solo he visto a mi hijo dos meses, ni se como es, deje de recibir cartas hace años, todo esto por hacer una broma, porque ese día estaba contento por volver a casa para ver a los mios, porque un tío, que no tenia el más puto sentido del humor, se interpuso entre yo y el resto de mi vida.

Se levanta, rompe el cinturón que le traba las manos y agarra la cabeza del cónsul, al mismo tiempo que la golpea sobre la piedra de la mesa, le dice ;

¡¡ Y usted me dice que me porte bien !!

¡¡ Y usted me dice que me porte bien !!

¡¡ Y usted me dice que me porte bien !!

Como en Texas, no tienen piedad para aquellos que matan a un semejante, aunque sea cónsul español, le condenaron a la silla eléctrica, como el cónsul era un americano multiempleado, con mujer e hijos, no le dieron posibilidad de apelar.

¡ Juan, sit down... !

¡¡ NO, y a ver que pasa !!